sábado, 6 de junio de 2009

manifiesto romántico

1. desprecia lo que diga el alma, obedece a tu corazón.
2. no tengas miedo de dar miedo.
3. rebélate incluso contra los rebeldes.
4. si quieres diferenciarte, no seas igual que los que son diferentes, porque ellos son iguales entre sí.
5. no tomes como máxima de actuación una sentencia que no hayas pronunciado tú.
6. ve la tele y lee los periódicos como quien mira un insecto...aunque lo mejor es no hacer ninguna de las dos cosas y leer por ejemplo una novela o ver una peli.
7. di lo que sientes como lo sientes. es la única forma de que no te malinterpreten.
8. cuando tengas una personalidad bien definida, bórrala y empieza de nuevo. es la unica forma de no ser prejuzgado.
9. no centres tu personalidad en la ropa ni en la música. llévala en el corazón aunque no se corresponda con tu aspecto físico.
10. renuncia a definirte, a tomar algo como bandera, a apoyar a un colectivo. centra tu lealtad únicamente en las personas que lo merezcan, por cuanto que son personas y no asociaciones supraindividuales.
ahora bien, si de verdad quieres ser un auténtico Romántico...tampoco hagas caso de este manifiesto y encuentra tu camino por ti mismo.

martes, 2 de junio de 2009

lunes, 20 de abril de 2009

Regreso

Puf! he tenido unas semanas de suicidio total. Para resarcirme, os contaré una bonita historia:

Esto era una vez un departamento de Anatomía y Embriología Humana que tenía entre sus profesores a uno muy especial... tachán! Eduardo Manostijeras!

Efectivamente, Eduardo Manostijeras se había infiltrado entre los profesores, disfrazado con una bata y unos guantes que ocultaban su verdadera identidad. Eduardo podría haber vivido feliz y contento si hubiera utilizado su habilidad cortando para hacer el bien en lugar del mal, pero en su lugar prefirió el lado oscuro de la disección y así es como empezó a disfrutar destrozando las bellas prosecciones que los esforzados alumnos preparaban con tanto esfuerzo.

Se acercaba sigilosamente por detrás de su víctima y decía "déjame las tijeras", y así es como alegremente arrancaba los elementos más vasculonerviosos que una pieza pudiera tener. Cuando terminaba su malvada acción, se marchaba dejando a los inocentes alumnos con el papelón de arreglarlo todo y dar explicaciones al profesor titular.

Pero el poder le hizo descuidado: pronto no se contentó con utilizar el material que le brindaba el departamento, sino que empezó a usar sus propios dedos para agujerear pectorales mayores, destrozar glúteos medios, arrancar tendones del calcáneo y finalmente ejerces su amplia labor destructiva.

Gracias a ese descuido pudimos conocer su verdadera identidad, por lo que avisamos: NO DEJÉIS A NINGUN PROFESOR TOCAR VUESTRA PROSECCIÓN. SABES CÓMO LA DEJASTE, PERO NO CÓMO LA VOLVERÁS A ENCONTRAR!

Un beso para todos

Nota: nuestra prosección estaba perfecta. ¿mi truco? hacerse el sordo

jueves, 12 de marzo de 2009

¡Catacroc!

Resulta curioso, pero hoy he llegado a la facultad a tercera hora, con el ánimo por los suelos (mejor no decir por qué, es demasiado deprimente verlo aquí escrito) y a punto de hacer ¡catacroc! cuando, sin comerlo ni beberlo, me he encontrado a mí mismo haciendo monerías para intentar que se riera un amigo (cuyo ánimo estaba también en huelga).
¿Cuál es entoces el mejor consuelo? Consolar a otra persona.
Curioso.
(este es un simple apunte, los verdaderos posts aún se me resisten).

martes, 10 de marzo de 2009

¿Cómo se conectan tres corazones?

Respuesta: a través de sus arterias aortas y venas pulmonares.
¿pensábais que iba a decir a través del Amor o la Amistad? Qué poquito me conocéis...

martes, 3 de marzo de 2009

XIX


Ayer cumplí los diecinueve, y he llegado a la conclusión de que diecinueve es una edad mucho más cómoda que dieciocho.
Dieciocho en una palabra complicada, con esa "ch" en medio. No queda bien, no llena la boca. En cambio, "diecinueve" es una palabra un pelín más larga, que se saborea en la boca, que se puede pronunciar con forma de beso en la "v". Además, diecinueve es un número muchísimo más bonito que dieciocho más estilizado, con una curva más elegante en ese nueve, que combina perfectamente con el uno. No como ese horror de ocho, que se lleva todo el protagonismo, dejando a su uno en un segundo plano.
Eso en cuanto a morfología externa. En cuanto a la aceptación social, yo diría que cuando dices por ahí que tienes 18, ya mayoría de la gente piensa "está creído que es un adulto, pero sigue siendo un niñato", y de hecho, la imagen mental de un chico de 18 apenas se diferencia de la de uno de 15. Es como una especie de ventana de tiempo en la que ya se ha pasado el punto de restricción de entrada en el mundo adulto, pero todavía se es niño...
En cambio, con 19 eso cambia (no mucho, pero algo). La imagen mental de un chico de 19 es mucho más "adulta" (aunque en plan yogurín todavía) que la de uno de 18. Comparativamente el salto 18-19 es menos resultón que el 17-18 pero aun así, internamente se nota más.
19 es una edad cómoda, porque como me dijo un amigo ayer, nadie te dice "ya puedes ir a la cárcel" o "ya puedes comprar alcohol" o "¿cuándo te sacas el coche?" (en mi caso nunca, parece ser). Eres libre de cumplir años. Todo el mundo te felicita, se alegran y ya está. No hay gracias ni rimas con 19. Es un número perfecto. Es una edad cómoda.

El colgante es el regalo de mis chicas desconcertantes

viernes, 27 de febrero de 2009

Libertad


Soy libre. He acabado los exámenes. Cuando lo asuma completamente, ya escribiré algo más largo. entretanto, aquí os dejo una chorradita que escribí en plena crisis.
Besos para todos!

Tener ganas de gritar, de huir, de estar en todas partes al mismo tiempo y a la vez perdido. Estar solo en medio de un montón de gente. Querer que todo el mundo desaparezca del exterior, unirte en un solo cuerpo con el resto del mundo, desparecer tú mismo, llover sobre mojado y secarte las lágrimas con unas manos que arden de fiebre. Tener ganas de suicidarte, de morir luchando, de vivir el resto de tu vida en un segundo, ponerte el Anillo y que el mundo se transforme y un solo instante de tiempo se colme de una hora de pensamiento. Cambiar los pensamientos por los sentimientos sin ver. Escribir hasta que se gaste la tinta y tengas que usar sangre. Pintar un universo de sueños que cubra el lienzo gris del mundo que se extiende ante tus ojos. Caer de la alegría más salvaje a la más honda de las desesperaciones sin mediar transición alguna. Emborracharte hasta vomitar el hígado. Arrancarse del pecho pedazos del corazón para regalarlos a la gente que menos lo merezca. Dormir, y saber que duermes. Soñar y creer que es real. Vivir y creer que sueñas. Morir y saber que duermes. Golpearte un pie con la pata de la cama para ver más de cerca las estrellas. Penetrar un cráter de la Luna y luego hacer que no ha pasado nada. Plegar entre los dedos diminutas hojas de papel de colores y luego lanzarlas desde la ventana. Saber que en cuanto le das la espalda a la gente te empiezan a olvidar. Convivir con la sensación de que nadie ha podido nunca comprender el significado oculto de tus actos. Encasillarse en un papel y provocar el odio del mundo al querer cambiarlo. Romper con tu vida. Romper tu vida. Reconstruirla y darse cuenta de que nadie ha notado el cambio. Amar y ser odiado. Odiar y ser amado, pero nunca una fusión de ambas. Limitarse a existir eludiendo la responsabilidad de averiguar si importa en el acontecer universal un solo segundo de amargura en nuestra vida...o uno de felicidad.

Ser capaz de leer el texto completo sin preguntarse ¿por qué?

viernes, 20 de febrero de 2009

Grullas


En exámenes hago grullas. Es lo único que sé de papiroflexia, pero es suficiente para canalizar el estrés. He llegado a juntar treinta pajaritos de papel de colores (algunos de ellos incluso decorados con pilot negro) que se encuentran dispersos por mi cuarto, para gran desesperación de mi padre.

¿Cómo no voy a obsesionarme hasta extremos psicóticos? El otro día fue un auténtico show el examen de citología, cuando (tras tratar en vano de auto-convencerme de que no era para tanto), llegué al vestíbulo previo a nuestra clase y me encontré con que más de la mitad de la gente que había allí eran repetidores.

Lo admito: me dejé llevar por el pánico cuando empezó la típica ronda de preguntas en plan: “¿el gen que codificaba para la familia INK4 era p15?” (momento en que el tiempo se para mientras intentas enmarcar la familia de proteínas INK4 en alguno de los cientos de procesos celulares que has tenido que memorizar, y descubres horrorizado que ni siquiera sabías que te tenías que estudiar sus genes codificadores).

Entonces llegó el momento quinescencia. Toda mi actividad cerebral se detuvo mientras éramos llamados al aula por orden de lista (proceso que habría que abolir inmediatamente, por su enorme parecido con los campos de concentración). De hecho, creo que lo único positivo del proceso fue que por primera vez leyeron bien mi apellido a la primera y de corrido.

El examen… fue ¿cómo decirlo? Desconcertante. No era fácil, pero tampoco imposible. Era, sencillamente, el tipo de examen que uno esperaría encontrar en esta asignatura.

Ahora, a estudiar anatomía.

martes, 17 de febrero de 2009

La vida es falta de sueño


Siento haber tardado tanto en actualizar. Estoy en plena temporada de exámenes (ugh!) y encima el maldito enrutador inalámbrico me ha traicionado, dejándome solo y desesperado, rodeado de kinesinas y dineínas que caminan por microtúbulos, cobalaminas cuyo mecanismo de reacción es un misterio sin resolver , puntos G que en vez de hacer referencia al sexo nos indican que la célula ha “decidido” que está preparada para entrar en mitosis, teorías humorales galénicas prevesalianas basadas en los cinco elementos de Empédocles y demás diversiones por el estilo…
Que yo no digo que no sea importantísimo lo que damos en citología o en bioquímica (aunque estoy desarrollando una teoría de alcance mundial que afirma que “bioquímica” y “buenos profesores” no pueden compartir frase a menos que en medio se diga “no tiene”), pero ya sabéis que tanto gusto había en quejarse un filósofo decía que, a trueco de quejarse, habían las desdichas de buscarse. Y yo no he necesitado buscar las desdichas: estas vienen a mí ellas solitas (o acompañadas de una hoja de enunciados).

domingo, 25 de enero de 2009

Art Attack!

Bien, han empezado esta semana las 30 horas de prácticas destinadas a la técnica de disección, lo que significa que se divide la clase en grupos de seis personas, que diseccionan una pieza cada uno.

Empezamos bien. A mi grupo le toca “región inguinal y parte anterior del muslo”, lo que significa que tenemos que convivir con el repelús de estar trabajando al lado de un pene y un testículo cortados por la mitad.

Tras hacer el protocolo de disección (el papel que dice lo que vamos a hacer y cómo, y que estuvo sufriendo modificaciones hasta un par de horas antes de la clase, ya que si hubiéramos seguido el original, hubiéramos tenido que retirar el sartorio tres o cuatro veces), empezamos con la divertidísima tarea de retirar la piel con el bisturí y las (molestas pero obligatorias) pinzas. En general era como quitar la piel a una naranja, pero a una naranja a la que se le podía quedar grasa pegada, desviarte al plano profundo y acabar cortando la vena safena interna, por ejemplo.

Tras algo más de dos horas conseguimos separar toda la piel. Ahora estamos quitando la grasa (menos mal que era un señor delgadito y tenía muy poca), pero aun así, cuidado con las traicioneras venas (y nervios) superficiales, que salen de pronto y de la nada para pegarte un susto de muerte (oh, Dios mío! ¿qué he cortado? ¿¡QUÉ!?).

Encima el muerto tenía un hematoma. Casualmente sobre los nódulos linfáticos superficiales. Así que toca distinguir qué es sangre y qué es nódulo…

Eso por no hablar del colocón de los vapores del cadáver…

lunes, 19 de enero de 2009

Condiciones

Si ves los tendones del antebrazo y los tocas como una guitarra
Si coges una mano con el índice extendido y picas con ella el hombro de tus compañeros
Si revuelves en un amasijo marrón de fibras musculares y llamas “variación anatómica” a todo lo que no sabes lo que es
Si tiras de un tendón para ver si se flexiona el dedo y descubres horrorizado que lo has sacado del retináculo flexor
Si te comes la cabeza intentando encontrar las ramas terminales de cierta arteria antes de descubrir que estabas mirando una vena
Si resuelves un corte creyendo que era muy distal y cuando más liado estás se acerca el profe y te dice que era evidentemente proximal
Si aprietas los vasos para que salga el formol en plan fuente
Si exprimes los pulmones como si fueran esponjas
Si tienes que mirarles las orejas a los muertos para saber su sexo
Si has cogido una pierna cortada y has preguntado “¿A cuánto el kilo de jamón?”
Si has desechado un filete en un restaurante por parecerse demasiado a un glúteo mayor
Si has cogido un pie y le has dado una patada en el culo a tu compañero
Si saludas al muerto estrechándole la mano antes de destriparlo
Si acunas al feto y le cantas una nana
Si ves un embrión transparente con los huesos cartilaginosos teñidos de azul y piensas “Qué bonito llavero”
Si haces malabares con rótulas y fémures


…entonces eres un estudiante de Medicina totalmente normal.

martes, 13 de enero de 2009

Comer con tenedor y bisturí

Hoy he estado comentando con un compañero la total presencia de nuestra carrera en nuestra vida...concretamente a la hora de las comidas.
El primer día que vimos algo con "carne" (fetos humanos) comimos bastante normalmente en la facultad. Una semana después, otro compañero me alarmó seriamente al manifestar que las croquetas de ese día sabían a feto (las croquetas no han vuelto a saber raro, lo que me escama aún más).
El día que tocó prosecciones del brazo, fue bastante sorprendente el hecho de que algunos olieran a jamón serrano. Algunos hicieron voto de no volver a comerlo. Nadie cumplió su palabra. Pero a la hora de cenar, al ver los filetes crudos al lado de la sartén, dije impulsivamente "Ugh!", lo que fue bastante para que mi madre no quisiera saber lo que había hecho ese día.
El siguiente capítulo viene el día de la cena de Navidad, cuando una de las fotos de la carta recordaba horriblemente a un filete de glúteo mayor (músculo que habíamos tenido la oportunidad de observar horas antes).
Pero no para ahí la cosa, un día comiendo pavo, fui a cortar el trozo y de pronto me descubrí identificando las características del músculo que me iba a comer: dos fascículos de origen, aspecto fusiforme, recubierto por una FASCIA (la cada-vez-más-asquerosa telilla que hay entre los músculos y la piel), etc.
Y otro día, con los huesos del cordero pude observar que sus fémures son sorprendentemente parecidos a los humanos (aspecto nada alentador)...
Ese tipo de cosas, unidas a una obsesión que tengo desde siempre de eliminar todas las venas de lo que me voy a comer (que me lleva a hacer auténticas y asquerosas disecciones en la mesa), hace que este sea un mundo demasiado complicado para algunos
.


Si escribo esto ahora es para quitarme de los nervios de antes del examen de conducir...SOCORROOOO!

viernes, 9 de enero de 2009

...Y Prometheus llevó el fuego a los hombres…


Y los hombres, tras dejarse el Prometheus en casa gracias a que el maravilloso Profesor Murillo decidió no convocar prácticas de Anatomía hasta la semana que viene (yuju!), necesitaron el fuego para evitar la gangrena por congelación de sus dedos entumecidos.
Hoy ha nevado en Madrid. Hacía la tira que no nevaba. Y nada como un Aula Magna enorme, sin calefacción y cuyos estudiantes no llenan la cuarta parte de las mesas, para que se te quede el boli pegado a la mano (lo cual genera obvios inconvenientes, añadidos a la ardua tarea de tener que mirar las presentaciones/atender al profesor/escribir/sonarse/contener la tos).
Pero me quejo de vicio: la verdad es que ha sido genial la nieve. Se nos iban los ojos tras ella en el seminario de Bioestadística (en nuestra clase de teoría no se nos podían ir, porque no tiene ventanas, ugh!) tanto, que al final el profesor ha acabado antes diciendo: “Venga, ahora iros a jugar con la nieve, que lo estáis deseando”.
No puedo entretenerme más escribiendo, el estrés post-vacacional preexamen me amenaza.